Para trabajar este día en clase podemos leer entre tod@s este texto de Eliacer Cansino dedicado a los libros y a lo maravilloso que es leer. Comparte esta lectura y comenta qué te ha parecido.
“UN LIBRO TE ESPERA. BÚSCALO
Había una vez
un barquito chiquitito,
que no sabía,
que no podía
navegar.
un barquito chiquitito,
que no sabía,
que no podía
navegar.
Pasaron un, dos, tres,
cuatro, cinco, seis semanas,
y aquel barquito,
y aquel barquito
navegó.
cuatro, cinco, seis semanas,
y aquel barquito,
y aquel barquito
navegó.
Se aprende a jugar antes que a leer. Y a cantar. Los niños de mi tierra entonábamos esta canción cuando aún ninguno sabíamos leer. Nos juntábamos en corro en la calle y, disputándonos las voces con los grillos del verano, cantábamos una y otra vez la impotencia del barquito que no sabía navegar.
A veces fabricábamos barquitos de papel y los
poníamos en los charcos y los barquitos se hundían sin conseguir alcanzar
ninguna costa.
Yo también era un barco pequeño fondeado en
las calles de mi barrio. Pasaba las tardes en una azotea mirando ocultarse el
sol por el poniente, y barruntaba a lo lejos -no sabía aún si a lo lejos del
espacio o a lo lejos del corazón- un mundo maravilloso que se extendía más allá
de donde alcanzaba mi vista.
Detrás de unas cajas, en un armario de mi
casa, también había un libro chiquito que no podía navegar porque nadie lo
leía. Cuántas veces pasé por su vera sin darme cuenta de su existencia. El
barco de papel, atascado en el barro; el libro solitario, oculto en el estante
tras las cajas de cartón.
Un día, mi mano, buscando algo, tocó el lomo
del libro. Si yo fuese libro lo contaría así: “Un día la mano de un niño rozó
mi cubierta y yo sentí que desplegaba mis velas y comenzaba a navegar”.
¡Qué sorpresa cuando por fin mis ojos tuvieron
enfrente aquel objeto! Era un pequeño libro de pastas rojas y filigranas
doradas. Lo abrí expectante como quien encuentra un cofre y ansía saber su
contenido. Y no fue para menos. Nada más empezar a leer comprendí que la
aventura estaba servida: la valentía del protagonista, los personajes
bondadosos, los malvados, las ilustraciones con frases a pie de página que
miraba una y otra vez, el peligro, las sorpresas…, todo, me transportó a un
mundo apasionante y desconocido.
De esa manera descubrí que más allá de mi casa
había un río, y que tras el río había un mar y que en el mar, esperando zarpar,
un barco. El primero al que subí se llamaba La Hispaniola, pero lo mismo
hubiese dado que se llamase Nautilus, Rocinante, la nave de Simbad, la barcaza
de Huckleberry, ….todos ellos, por más que pase el tiempo, estarán siempre a la
espera de que los ojos de un niño desplieguen sus velas y lo hagan zarpar.
Así que…no esperes más, alarga tu mano, toma
un libro, ábrelo, lee: descubrirás, igual que en la canción de mi infancia, que
no hay barco, por pequeño que sea, que en poco tiempo no aprenda a navegar.
Eliacer Cansino
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